El espectáculo de Cameron Winter en el Roundhouse se sintió como un momento

      Una exhibición fascinante de belleza balética y cruda potencia emocional...









      Han sido 24 horas asombrosas para Cameron Winter. El cantautor con base en Nueva York lanzó su álbum en solitario ‘Heavy Metal’ el pasado diciembre, seguido de impulsar el aclamado LP de Geese ‘Getting Killed’ en septiembre. Una demostración magistral en dos tiempos, el 1 de diciembre prácticamente todas las publicaciones del planeta revelaron sus listas del Álbum del Año, con Cameron dominando los acontecimientos.

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      Su actual gira en solitario llegó a Londres esa misma noche, y CLASH apareció para ser recibido por una de las colas más largas que hemos visto fuera del Roundhouse. La atmósfera era curiosamente intensa, una sensación inquieta de anticipación y miedo a perdernos unos minutos del concierto más esperado de la ciudad en meses.

      Al fin y al cabo, el personal del recinto hizo todo lo posible por guiar a todo el mundo dentro con un timing impecable. La especulación se abrió paso alrededor del Roundhouse previo al espectáculo: Nick Cave estaba aquí, Grian Chatten había pasado por allí, y prácticamente todas las figuras de la radio, la televisión y los medios llenaban los asientos.

      Cuando empieza el espectáculo, Cameron Winter es recibido por un silencio admirado. La puesta en escena es refrescantemente sencilla: está sentado ante un piano de cola, de espaldas al público, una única luz blanca iluminando su silueta. Sin embargo, es extraordinariamente efectiva: cada nota parece estudiada, su cuerpo encorvado es intenso, sacando a relucir nuevos matices de las canciones.

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      Y qué canciones. Dejadas volar en la noche, es una actuación elevada de belleza balética, con Cameron bailando frecuentemente sobre la punta de un alfiler, los arreglos cambiando de segundo a segundo.

      La apertura ‘Try As I May’ es suntuosa, mientras que ‘The Rolling Stones’ rara vez ha tenido un impacto tan visceral; ‘Drinking Age’ corta hondo, y una apropiada para el clima ‘Rain’ permite que la belleza caiga sobre la multitud reunida.

      Hay muy pocas palabras, pero no hacen falta: incluso en sus momentos más susurrados, la música grita su significado. ‘If You Turn Back Now’ duele de emoción, y una tierna ‘$0’ te mantiene bajo su hechizo de principio a fin.

      De manera inusual, hay muy pocos móviles parpadeando en la noche oscura. Claro, la gente graba clips, toma alguna foto, pero el público está aquí, junto, reunido en el momento; honrando las canciones y las formas que han tomado en nuestras vidas. El muro solo se rompe una vez, cuando un fan se desmaya durante ‘Take It With You’, y Cameron se acerca a la primera fila, asegurando su salida segura.

      Al pedir bis con ‘Cancer Of The Skull’, es una actuación sucinta, pero enormemente impactante. Al salir, los fans desbordan superlativos, emblemáticos de la asombrosa relación cercana que tienen con esta música y con este intérprete. En verdad, podrían haber pasado esta noche a un recinto mucho, mucho más grande: la voz sobre Cameron Winter, y sobre Geese, ya corre, y la atención solo va a aumentar en los próximos 12 meses. En todos los sentidos, esta noche se sintió como un momento importante.

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      Texto: Robin Murray

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