En este momento, la maravilla del G! Festival es un secreto a voces. Este año, la costa de Syðrugøta se ilumina para un festival que funciona a toda máquina. La música es fantástica, las tinas están calientes, el mar está frío, los cielos son blancos y el escenario principal está envuelto en niebla natural.
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El G! Festival ha asegurado su lugar en el norte de Europa como un hogar para la música experimental. La selección de actos tanto de las Islas Feroe como internacionales en los tres escenarios crea un recorrido emocionante de jueves a domingo, descrito por la exportación musical más famosa de las Feroe, Eivør, como el “diamante de la escena musical feroense”. Volé hacia el norte para escuchar sobre G! Y poder entender qué hace a este festival y escena tan extraordinarios.
La acción comienza en Tøting, una antigua fábrica de lana y ahora un lugar icónico, con una actuación secreta a la luz de las velas de Greta Svabo y Elinborg. Ambas son mujeres espirituales fuertes, tomando inspiración de la tradición de la escritura de canciones femeninas feroces inaugurada por Eivør a principios de siglo. Greta sumerge la sala en trance, con portavelas goteando sobre el piano, sus vocals angélicos y su cabello rubio enredado. PUNCHING BAG, el dúo punk-rap de California, me dijo más tarde que esta actuación los dejó maravillados. Elinborg saluda al público, diciéndonos que está “inspirada por haber crecido viendo la tormenta en el océano y la luz del sol repentina”. Su voz nos recorre en oleadas, con una raíz y espiritualidad similares a las de la genio folclórico irlandés Mary O’Hara. Es en Tøting, una guarida sin ventanas cubierta de negro y alfombra oriental, donde la fiesta se mantiene viva con jams que duran hasta las 6 de la mañana durante todo el festival.
El jueves, DakhaBrakha ocupa el escenario Sandurin literalmente aullando contra un fondo de imágenes de la guerra en Ucrania, mientras la niebla desciende sobre la audiencia. Este fue el primero de muchos llamados a la independencia y libertad en G!. La tensión se acumula y, más tarde, durante la actuación utópica de Hatari, se vuelve aún más política. Hatari recibió una multa considerable por ondear la bandera palestina en Eurovisión 2019. Gaza nunca está lejos de la mente de los asistentes y artistas; algunos llevan keffiyehs y una bandera palestina se iza en medio de la multitud. La actuación comienza con un extracto de La sociedad del espectáculo de Guy Debord. Sin embargo, la actuación es lo suficientemente vibrante como para que esta incorporación literaria no parezca pretenciosa.
La vocalista Klemens Hannigan baila de manera provocativa, eliminando poco a poco su vestuario fetichista de cyborg Metal Gear Solid. La dinámica entre Hannigan y su compañero David Katrinarson parece jugar con el cliché establecido de la vocalista femenina etérea y el vocalista-productor masculino oscuro y agresivo, presente en bandas como Crystal Castles y Die Antwoord. La chica a mi lado lo llama “la cosa más rara que ha visto”. Algunas personas no pueden con ello. La energía es eléctrica y excesivamente libidinosa. Un adolescente desconfiado a mi lado comienza a gritar un canto nacionalista alemán, quizás sin entender completamente el contexto. Una coalición multilingüe de asistentes al festival logra silenciarlo.
Casi a las 2 de la mañana, Hatari cierra la primera noche con un potente ‘Declare Independence’ de Björk.
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En Fjósið, el escenario más pequeño de los tres, está tan lleno que apenas se puede aprecian los músicos de la banda de jazz feroense Gø. Pero logré sentarme con uno de los vocalistas principales, Ólavur Eyðunsson Gaard, después del concierto. Gø llevan tocando juntos desde antes de viajar a Copenhague a estudiar jazz. “Jazz para la gente”, dice. Una de sus canciones más conocidas es “Loysing krevst”, o “Independence is needed” en inglés. No son los únicos en destacar en el jazz en el festival, también actúa öð en el granero. En lugar de actuar en el centro del escenario, rodean al público, con cuerdas y banjos que nos inducen en un trance vespertino. Ólavur continúa hablándome sobre el carácter de la música feroense: “Aquí hay una atmósfera muy ominosa, a la gente le gusta la música oscura. No hay mucha música alegre”.
En contraposición, está Ester Skala, que usa el color para luchar contra la grisura de las Islas Feroe. “Los colores son mi terapia”, dice mientras toma chocolate caliente en Brell Cafe en Tórshavn. “Me enamoro de estos sonidos de chicle, escucho los ritmos una y otra vez”. Ella vincula los ritmos que escucha internamente con su experiencia con el autismo, buscando traducirlos en música. Ester me cuenta sobre la fantasía escapista detrás de su canción Mellow Cat, en la que una chica y su gato flotan en el espacio exterior; “En mi vida diaria, tengo que enmascarar mucho”. Durante su actuación en el granero, Ester está bañada en luz rosa, con rizos anaranjados saltando a su lado. Ha llevado este look desde antes de Chappell Roan; su canción ganó el Faroese Music Award en 2022 en la categoría ‘Unicorn’. Agradece a Glenn Larsen, jefe de la exportación musical feroense, por haberla llevado a ella y a otros artistas feroses a The Great Escape a principios de este año; entre ellos Joe & the Shitboys, Tamara Mneney, Aggrasoppur y Silvurdrongur. Este elenco de jóvenes músicos feroses colabora incansablemente. No existe una cultura de empujar para adelantarse; los músicos feroses parecen moverse entre los proyectos de otros con gracia y destreza.
Intento entender las conexiones entre los músicos feroses, terminando con más preguntas que respuestas. Fríði Djurhuus, de la querida banda feminista de punk Joe & the Shitboys, también es gerente de escenario y administra el puesto en G! para la tienda de discos y sello TUTL, que ha lanzado más de 1200 trabajos desde su fundación en 1977. Tiene un conocimiento profundo de toda la escena musical feroense y nos detiene varias veces en las calles de Tórshavn, para que Fríði pueda abrazar y ponerse al día con varios músicos locales. Así son estas islas, con un activista vegano, feminista y punk franco y vocal en una comunidad generalmente conservadora. Me dice que en las calles centrales de Tórshavn hay marchas por Palestina los lunes por la noche. También, detrás de la lucha por la independencia, las islas siguen bajo control danés; todas las leyes aún se redactan en danés.
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Me preocupa especialmente cuando me dice que las leyes de aborto en las Feroe son de las más restrictivas de Europa. En este ambiente, parece que el G! Festival es una utopía que dura toda la semana. Aquí, los músicos se mantienen unidos. Existe un reconocimiento mutuo tácito de que el crecimiento de esta escena multigenérica a través de la colaboración es la forma en que la música feroense deja su huella. Con el apoyo de Glenn Larsen, jefe de la Exportación Musical de las Feroe, Kristen Blak — fundador de Tutl, y el concurso anual de talento Sement, hay muchos caminos hacia el éxito. Ester continúa: “Muchos de nosotros somos muy relajados en situaciones muy estresantes. Tomamos cada día como viene. La gente de las Feroe es muy trabajadora en las artes.” Elinborg me habla del Hot Girl Music Hang del año pasado: “Reunimos a todas las mujeres que hacen música en las islas en Sirkus (un lugar icónico en el centro de Tórshavn), conectando con nuestras buenas y malas experiencias. Nunca habíamos hecho esto antes.” De esto surgió la primera jam recurrente solo para mujeres, que tuve la suerte de presenciar, y la voz de Gówa era hipnotizante.
Con el objetivo de entender esa chispa creativa que vive tan intensamente en las Feroe, les pido a Elinborg y a Trygvi Danielsen (de Aggrasoppur, Silvurdrongur) que la expresen. Elinborg dice que lleva en G! desde que nació y creció “rodeada de esta música, estas montañas. Por eso quise convertirme en artista”. Trygvi, un poeta y músico increíblemente brillante, añade que fue G! lo que lo introdujo en la música experimental cuando tenía 14 años.
En una tarde de niebla, la aldea de Syðrugøta, o South Gøta, desaparece por completo de la vista. Estoy en uno de los tres barcos, esperando que comience la actuación secreta. Las cuerdas disonantes retumban en el agua. Trygvi, vestido con un vestido blanco, actúa como Silvurdrongur, rapeando en feroés pero ocasionalmente en inglés, citando el monólogo de Hamlet del acto 5. A Trygvi le gusta rapear directo a la cara, y lo hace bien. Me dice: “Usar el idioma feroés es conectar con algo. El simple hecho de usarlo es como acercarse a los trolls. Puede parecer un cliché usar el mito directamente y exótico. Nuestros letras pueden ser posmodernas”.
Dania O. Tausen, de Aggrasoppur, interviene: “Estamos acostumbrados a que los artistas mayores usen el idioma de manera poética y romántica. Aunque hablamos feroés, muchas personas mayores no entienden lo que decimos”. Eyðfinn B. Lamhauge, su compañero de banda, continúa: “Escribimos de una manera que no se ha hecho antes en feroés. Es divertido escribir sobre ansiedad, usando palabras como avena y oración, hablando de manera abstracta sobre cosas genéricas”. Aggrasoppur está repleta de ideas y, lo que es crucial, tiene la infraestructura artística para hacerlas realidad. Dania me dice que están trabajando con una compañía de danza para hacer algo como una pantomima desde la perspectiva de los insectos, una pieza metafórica sobre ser aplastado. Colaboran con músicos de jazz de Gø en sus presentaciones en vivo.
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Las ovejas y cabras feroesas son mucho más pequeñas que sus contrapartes europeas. Están dispersas por las escarpadas montañas. Casi no hay árboles a la vista, en esta roca volcánica relativamente joven, de solo 60 millones de años. En la sauna junto a la playa, con las suaves voces jazzy-oro resbalando en el escenario Sandurin, una joven con collares de cuentas y pecas, con apariencia de Adrienne Lenker, me dice emocionada que busca lana olvidada en la montaña, la tiñe y la transforma en hilo para que sus amigos lo usen. El espíritu creativo está en todas partes en G! El conductor del traslado me dice que también es compositor. Y su hermano también. Y su padre. La ciudad (población: 400) está viva con música. Apenas se ven marcas internacionales, y los niños llevan torres de vasos de plástico, listos para abordar a los asistentes del festival y cobrarles en coronas danesas. Incluso la infraestructura vibra con música. Ya hemos mencionado el excelente trabajo de Jens L. Thompson, compositor de ÆÐR, la música hipnótica en túneles subterráneos.
Tunghoyrt abrirá en el escenario del patio de recreo, Spælplássið. Con solo 18 años, acaban de llegar a la escena musical feroense tras su éxito en el concurso nacional Sement. No ganaron, pero conquistaron al público, destrozaron sus guitarras y cantaron una balada potente sobre el consentimiento. La canción Hold dig Væg, que significa ‘mantente lejos de mí’, trata sobre una chica que insiste. También tienen una canción sobre Tupalik, un monstruo de la folklore inuit que ahuyenta. Smag På Dig Selv, o ‘Saborea tu propio ser’, arrasó en el escenario Spælplássið. El trío de Copenhague fue una verdadera carta inesperada; saxofón tenor enérgico, mezclando una disparatada variedad de influencias entre jazz, hip-hop, pop y ska — esta actuación se convirtió en la mosh más agresiva que haya visto en el festival. La letra de una de sus canciones más queridas dice: “Free Palestine, free abortion, fuck el primer ministro danés”.
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Muchas de las actuaciones más emocionantes parecen encontrarse en el escenario más pequeño, Fjósið, que suele estar lleno, incluyendo al dúo rap de California PUNCHING BAG. Askari y Jashy, del grupo, saltan por el escenario como luchadores profesionales, y la música se intercalaba con efectos de sonido sacados directamente de WWE. Frankfurt Helmet es otro grupo destacado, un grupo electrónico experimental multimedia de China. La multitud en G! no es ajena a la música experimental, y la combinación de narrativas de ciencia ficción proyectadas en las paredes del granero con beats electrónicos altamente bailables creó una experiencia totalmente inmersiva. En el interior del granero, la audiencia se funde en un mosh casi epiléptico justo después de la medianoche del domingo, con la banda hardcore noruega Cult Member.
Logré ver a Eivør justo antes de su actuación en el escenario principal, mientras arreglaba la barba de su esposo, el compositor Tróndur Bogason. Su casa en Gøta está llena de pinturas que parecen haber salido directamente del Libro Rojo de Jung. Una de sus pinturas, figuras azules saliendo de una ventana en un lienzo negro, parece inspirada en la baraja de Tarot de Crowley. Desde que entro en su casa, está claro que estoy en presencia de alguien profundamente conectado con el espíritu de las islas. Sin embargo, la misma mujer es muy sencilla y terrenal. La audiencia queda maravillada por su canto gutural, que ella convierte en un diálogo de ida y vuelta para imitar las olas. Es un testimonio del pueblo de las Islas Feroe que esta mujer sea su artista más popular. Uno de los integrantes de Tunghoyrt, quienes irrumpieron en escena tras destacar en el concurso Sement, admitió haber llorado al escucharla. La inspiración es mutua, dice Eivør: “Escuché a Tunghoyrt y eran tan crudos y potentes, que pensé, ¡sí! Esto es lo que necesitamos oír, dame un poco de locura, por favor”.
Cuando le preguntan por su proceso creativo, Eivør me dice que siempre ha sido soñadora: “Creo que es muy importante soñar. Lo que pinto generalmente son cuervos. Me encanta pintar el océano. En mi mente, soy un pájaro volando libre en la naturaleza, esa es la sensación que me gusta capturar en mi música, simplemente ser completamente libre”. Eivør explica el espíritu de aceptar el cambio en las islas: “Las personas tienen respeto por la naturaleza porque están cerca de ella. Tienes que respetarla o estás condenada”. Hablando de su propio camino artístico, me dice que cuando empezó, “solía gritar y cantar en el escenario, a algunas personas les encantaba y a otras no tanto. Las mujeres hemos avanzado mucho, ahora hay más artistas femeninas que son independientes, salvajes y hermosas”. Su hermana, Elinborg, parece poder acceder a ese mismo estado de flujo. Ella regresa regularmente de Copenhague a Gøta para escribir. Canta en feroés porque “la canción se vuelve más personal cuando no entiendes la letra. El oyente puede imaginarse sus propias historias con la música. Me gusta que no todos entiendan lo que digo”.
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