Caos extático entregado por una banda con una pasión por la conexión...
04 · 11 · 2025
Hay un caos gozoso que sigue a Turnstile de Baltimore dondequiera que tocan. Su concierto en Manchester no fue simplemente otro show de hardcore para ellos; fue una medida de hasta dónde pueden estirar un género, retorciendo y expandiendo sus bordes, sin perder nunca sus raíces.
'NEVER ENOUGH' marcó un precedente para la noche casi imposible de superar, y aun así solo fue mejorando. Alta energía, gran impacto y euforia total con los sintetizadores tintineantes mientras el vocalista Brendan Yates cantaba al unísono con el público. Habría sido estupendo estar en medio de la masa, hombro con hombro, cuerpos chocando, pero algo en observar a la multitud desde la periferia se sintió como un feliz accidente. No era solo Turnstile actuando esta noche, sino los fans en igual medida. Cada letra cantada de vuelta, cada circle pit con sus propios giros, mortales hacia atrás, patadas altas, pasos a dos, brazos oscilando, los cuerpos flotando y surfeando la multitud, camisetas lanzadas sin prisa por recuperarlas. Todo esto con solo la canción de apertura. Una pista que dio la bienvenida al cuarto álbum de estudio de la banda este año.
Su puesta en escena merece su propio elogio, creando una serie de espectáculos. Para 'SEEIN STARS', Mayfield Depot se sintió como el interior de una bola de espejos. Fue igual de caleidoscópico durante 'LIGHT DESIGN', con un foco celestial siguiendo al vocalista mientras giraba y daba vueltas. Su dominio del escenario era hipnótico, toda la banda fascinante. Y luego vino la transición de 'I CARE' a 'DULL': las luces arcoíris cambiando a un rojo dramático, señalando la señal de Brendan para abrir el moshpit.
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El encore de 'MYSTERY', 'BLACKOUT' y el cierre 'BIRDS' fue pura alquimia y reinvención de Turnstile, la mezcla sin esfuerzo de lo pesado con el pop. Hasta la nota final de 'BIRDS', los fans rebotaban por la pista de baile, desplazándose entre la banda y el público, del caos a la comunión. No se necesitaban palabras, pero la frase final de Brendan cayó como una bendición: «Gracias por cuidarse unos a otros y a sí mismos y por estar aquí. Los queremos mucho.»
Turnstile ama la conexión. Ese es el tipo de grupo que son, y esta gira ha mostrado lo que puede suceder cuando se crean espacios para que las personas sean quienes quieran ser, sientan la música, escuchen, se expresen, bailen. Estar completamente inmerso en el momento a menudo puede sentirse como una experiencia rara, incluso en conciertos. Existe el tirón constante de mirar nuestros teléfonos o publicar en línea, pero ahí es donde un concierto de Turnstile difiere. La naturaleza de un set como este hace que tu teléfono termine siendo una segunda prioridad: demasiado ocupado en la sincronía, la magia de quienes te rodean. Es una comunidad. Durante esa hora y media, sientes que puedes hacer cualquier cosa, porque nada más importa: solo la música.
Texto: Sahar Ghadirian
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