Informe en vivo: Kendrick Lamar, SZA – Tottenham Hotspur Stadium, Londres

      Kendrick Lamar y SZA siempre han trabajado bien juntos: artistas en la cima de sus respectivos campos, el poeta del rap y la reina del R&B han grabado en colaboración y se apoyan mutuamente en entrevistas. La gira del Grand National, entonces, resulta natural: cada uno con estatus de cabeza de cartel, una serie que ha encantado a los fans y ha iluminado las redes sociales.

      Mientras avanzamos por Londres, Clash se queda reflexionando sobre los curiosos giros en la carrera de Kendrick Lamar. Como suele ocurrir, la serie 33 1/3 ha salido en formato audiolibro, así que, poniendo Spotify en marcha, nos sumergimos en la excelente obra de Sequioa Maner sobre "To Pimp A Butterfly", una obra de atrevida complejidad y contenido social que, probablemente, consolidó la posición de Kendrick Lamar como el principal letrista de su generación. Igualmente, su enfrentamiento con Drake profundizó, produciendo un éxito electrizante a nivel internacional que quizás contiene algunas de sus rimas más arriesgadas.

      Si esa contradicción parece difícil de mantener, esta noche muestran todos los diferentes lados de la persona de Kendrick. El rapero de Los Ángeles empieza desde un coche GNX, con la multitud en ebullición antes incluso de que salga al escenario. Elegir "King Kunta" al principio fue una de varias jugadas maestras; el ritmo de esta extravagancia con doble cabeza de cartel resulta ser trepidante.

      Luego, SZA toma el mando. La cantante de Maplewood está en plena forma; el carácter diarístico de sus letras se deja ver claramente, calando en los corazones de casi todos los presentes.

      No se trata simplemente de complacer a los fans. A SZA, en particular, le gusta desafiar a su audiencia: ¿cómo explicar, si no, que la cantante de R&B cabalga sobre una hormiga animatrónica durante una de sus reveries soulful?

      En un verano dominado por grandes giras, el estadio parece lleno, pero la energía lo supera. Es un set impulsado por la pasión de ambos artistas: SZA puede crear mundos enteros con su voz meliflua, y la narrativa general te lleva en su estela. Kendrick es un intérprete enfocado e intencionado; no es un showman, pero también es difícil apartar los ojos de él, mientras su potente espectáculo se despliega con rapidez.

      En última instancia, se trata de una actuación marcada por grandes momentos. El repertorio de Kendrick brilla: "Swimming Pools (Drank)", "HUMBLE", "Money Trees" y otros más parecen componentes de una clase magistral, mientras que SZA logra imponer letras con tanta potencia como "Kill Bill", "Scorcese Baby Daddy" y "Broken Clocks". En resumen, son artistas en la cima de su arte.

      Sin duda, el momento más grande fue —tal vez— también el más previsible. "Not Like Us" arrasó con Drake y conquistó las listas en casi todos los países del mundo, y el ritmo reconocible del DJ Mustard levantó a todos en el estadio de sus asientos. Semanas antes, Drake había sido cabeza de cartel en las tres noches del Wireless, con invitados ilustres, pero la emoción visceral de "Not Like Us" parece trascender ese logro, con miles y miles de personas gritando "A Minorrrrrr" en North London.

      El dúo concluye con "Luther" y "Gloria", cerrando un concierto que se apoya en sus fortalezas. Aunque el formato de doble cabeza de cartel es difícil de gestionar —y los cambios tonales entre sus músicas, en algunos momentos, impactan como un latigazo— Kendrick Lamar y SZA refuerzan sus respectivas posiciones como grandes figuras modernas.