Antes de que comience la música, ya se respira una emoción en el aire de Madrid. La octava edición de Mad Cool se siente como mucho más que un hito: es una señal de que el festival ya está rodando a toda máquina. La zona en evolución no ha perdido ni un ápice de su energía caótica y colorida; el cartel parece una masterclass en cruce generacional, y la marea de vasos reutilizables y las manchas de protector solar con ojos vidriosos confirman que esta multitud sabe exactamente en qué tipo de fin de semana se ha metido. Con los pies sobre el césped artificial y sin una nube en el cielo, nos lanzamos de cabeza.
DÍA UNO
El comienzo de las actividades en el escenario Ouigo lo marca Blondshell, de Nueva York, cuyo ascenso sigue ganando mucho impulso. Su segundo álbum de estudio quizás haya aportado mayor matiz y variedad sonora, pero este set apuesta por una inmediatez grungy que combina lo nuevo con la potencia cruda de su debut autodenominado. Canciones como ‘Sepsis’ siguen siendo devastadoras en vivo—una mezcla de golpes y brillantez—, mientras canaliza el dolor a través de la distorsión con una compostura que la distingue como verdadera.
Le sigue Gracie Abrams justo cuando el sol empieza a esconderse, su voz liviana como plumas captando la brisa y de alguna forma amplificándola. Hay un poder silencioso en su entrega, especialmente en ‘Blowing Smoke’, pero lo que empieza como un set equilibrado y cuidadosamente medido se ve interrumpido por un apagón inesperado. Artistas menos preparados habrían quedado paralizados, pero Abrams agarra una guitarra acústica, se mete en el público y ofrece una actuación íntima e improvisada que convierte el fallo en oro.
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No todos manejan los imprevistos con tanta gracia. Iggy Pop sale corriendo del escenario en medio de una canción, pero vuelve, sin camiseta y con su carácter intacto, para ofrecer una clase magistral sobre el legado del rock. Los cortes de The Stooges están en llamas; el público canta ‘The Passenger’ como si fuera un himno. Es icónico, es catártico, y a sus 78 años, el hombre sigue siendo una leyenda punk.
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Otra explosión llega más tarde: Muse, en sustitución de Kings of Leon, irrumpen en el escenario principal con toda la fuerza de un meteorito. Su show es puro teatro—Matt Bellamy se pasea entre roturas metalizadas y coros apocalípticos con un goce evidente, mientras su nuevo sencillo ‘Unravelling’ combina estética cyberpunk con ambición progresiva. ‘Supermassive Black Hole’, ‘Knights of Cydonia’ y ‘Uprising’ llegan con la precisión de un espectáculo láser—y, respaldados por una producción digna de un villano de Marvel, su presencia de alta tensión no solo se gana, sino que se vuelve imprescindible.
Mientras tanto, Weezer opta por un recorrido más humilde a través de su legado. “¿Somos cabezas de cartel?”, bromea Rivers Cuomo con esa típica autohumildad mientras repasan lo mejor de sus hits a eso de las 1 de la madrugada, dirigido claramente a los padres rockeros y emos reformados en la audiencia. Desde ‘Buddy Holly’ hasta ‘Say It Ain’t So’, es un cápsula del tiempo llenita de alegría, sin pretensiones y sin brillo, y no por ello menos importante.
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DÍA DOS
El segundo día empieza con Benson Boone, que atraviesa el escenario con energía y se lanza hacia una multitud cavernosa de fans devotos. Tiene alcance, presencia y un repertorio de éxitos aptos para la radio. Pero, aunque su espectáculo evoca a un Freddie Mercury de la generación Z, su material todavía queda un poco atrás en cuanto a impacto. Su último sencillo, ‘Mystical Magical’, es un ejemplo claro: una canción con potencial de éxito en las listas, pero con matices preocupantes. Con más profundidad en la letra, Boone podría ser mucho más que un símbolo de viralidad algorítmica y contar una historia social. Hay algo más allí, pero también hay algo que falta.
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Contrasta eso con Alanis Morissette, que no necesita demostrar nada. Su llegada va precedida por un mini documental algo exagerado, pero en cuanto pisa el escenario, queda claro que estamos en presencia de alguien cuya verdad cambió la forma de hacer pop. Con cuero y con una actitud descarada, los clásicos de ‘Jagged Little Pill’ llegan con la fuerza de un exorcismo generacional. ‘You Oughta Know’ y sus temas resuenan tan actuales como hace 30 años.
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Más tarde, el trío de San Diego, Almost Monday, hace que la tienda Mahou tiemble con ganchos pop, energía euforia y un encanto innegable, mientras que los de Liverpool, Jet, recuerdan al escenario principal su músculo de garage rock, especialmente cuando su inconfundible golpe de ‘Are You Gonna Be My Girl?’ domina el momento. La vía rápida de TikTok a escenario también ve una actuación sorprendentemente efectiva de Artemas, cuyo falsete recorre temas como ‘if u think i’m pretty’ con matices que van más allá de lo que la app puede ofrecer.
Cuando llegan los Kaiser Chiefs, lo hacen con el peso de dos décadas de experiencia. Celebrando el 20 aniversario de ‘Employment’, lo interpretan con una energía que solo los veteranos del indie británico poseen. La energía infinita de Ricky Wilson lo lleva a escalar andamios y a preparar gritos de Yorkshire entre canción y canción. De alguna manera, el caos se sostiene, y Madrid está encantada con ello.
Mientras, Noah Kahan cierra una etapa con su folk catártico, y Nine Inch Nails sumerge otra en fiebre, mientras Foster The People reinventan su sonido. La suavidad de principios de los 10s da paso a un tono más pulido, más de club, mezclando ritmos de ‘Lotus Eater’ con electrónica introspectiva y luces que arden en la oscuridad. ‘Pumped Up Kicks’ todavía tiene su momento, pero lo que realmente impacta es la evolución oscura que la rodea.
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DÍA TRES
Para el tercer día, los cuerpos duelen pero el ánimo está alto. Puedes explorar los puntos destacados locales mientras tanto, pasar por un bar para una copa o dormir un poco, pero incluso la ciudad en sí se une a la fiesta. En todo Madrid central, la colaboración de UMusic Hotel con Mad Cool se expande en bares y boutiques, con merchandising exclusivo y pop-ups que difuminan la frontera entre festival y ciudad. Nunca estás lejos de otro fan o de otra margarita congelada.
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En el sitio, uno de los espectáculos más curiosos del fin de semana llega de la mano de FINNEAS, que finalmente se centra en su carrera en solitario tras años en la órbita de su hermana Billie Eilish. Las canciones de ‘For Cryin’ Out Loud’, un disco en vivo lleno de detalles, suenan exuberantes y completas en vivo, con ‘Cleats’ y ‘Lotus Eater’ en hermoso contraste con el lento desenlace de ‘Sweet Cherries’. Entre esto, su trabajo en la banda sonora de ‘Disclaimer’ y su próximo proyecto ‘The Favors’ con Ashe, está claro que FINNEAS trabaja con toda su creatividad a tope, y no es de extrañar que esté tan solicitado.
En la etapa Loop, el dance alcanza su máxima energía: Sammy Virji hace valer el próximo salto global del garage británico, Chloé Calliet demuestra que su oído selecto es tan agudo como su talento en estudio, y salute’s ‘TRUE MAGIC’ cumple con su nombre: una experiencia audiovisual y una masterclass emocionante en la emoción en la pista de baile. La oferta electrónica de Mad Cool nunca había sido tan fuerte.
Al caer la tarde en la última noche, sobre el césped artificial, Glass Animals ofrecen un cierre cinematográfico. La percusión atmosférica de ‘Life Itself’ contrasta con la producción ajustada de ‘Your Love (Deja Vu)’ y el coro profundo de ‘Creatures in Heaven’, mientras avanzamos en los capítulos de esta banda de Oxford que pasó de ser un grupo amateur a una historia de éxito en listas. Su set fluye como una historia: ritmos texturizados, percusión imponente y la emoción embriagadora de ‘Heat Waves’ interpretada como un recuerdo compartido. El público parece bañado en sol, contento, reflexivo.
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El cierre de Olivia Rodrigo, en el escenario principal, no pasa desapercibido por su intensidad. Llegando a Mad Cool tras su triundo en Glastonbury, no pierde tiempo en romper expectativas. ‘obsessed’ abre con un pop-rock teatral y lleno de aristas, al máximo del desbordamiento—una mezcla de veneno y liberación. Marca el tono de un set que la encuentra entre el desamor y la venganza a toda marcha. ‘GUTS’ trae esa chispa de niñata brillante (‘bad idea right?’) y dramas ardientes (‘vampire’), mientras que ‘SOUR’ con temas como ‘brutal’ y ‘good 4 u’ aporta peso melódico y lleno de heridas. ‘pretty isn’t pretty’ y ‘so american’ marcan el comienzo de una perspectiva novedosa: ya no la ex herida, sino la narradora consciente de sí misma. Rodrigo ya parece haber vivido una docena de vidas, y a dónde vaya desde aquí, solo el tiempo lo dirá, pero esta noche está en la cima del mundo y ha ganado cada segundo.
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Como colofón de la fiesta, una actuación en vivo de Justice es la dosis definitiva de endorfina para superar esta última hora de celebración. Lo que inicialmente parece un show fluido y dinámico que combina temas de una discografía de más de una década, en realidad es una actuación magistral y cuidadosamente curada, perfeccionada con múltiples iteraciones. Solo en 2025, han encabezado shows en todo el mundo, y después de verlo una vez, querrás reservar otra cita de inmediato. Clásicos adictivos como ‘D.A.N.C.E’ se unen a ‘Hyperdrama’ con su melodioso ‘Neverender’, ‘Mannequin Love’ dulce y ‘Incognito’ contundente, todo bajo uno de los mejores shows de luces del dance moderno—esto no es solo un set rutinario. Su transcendencia cuidadosamente diseñada está a la altura de los momentos más altos del género; vivirlo en esta era parece como presenciar un momento monumental y emocionante en el tiempo.
Mientras las luces se apagan y el césped sintético comienza a vaciarse, Mad Cool 2025 confirma su lugar entre los festivales más emocionantes del mundo. Desde iconos del punk hasta la nueva realeza del pop, desde los club kids hasta los papás del karaoke, es un evento raro que agrupa tanto bajo un mismo cielo—y todavía consigue sorprender, florecer en medio del caos alegre y dejarte exhausto pero sin ganas de parar.
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Palabras: Finlay Holden
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La cantante noruega también está actualmente en medio de una serie de actuaciones en festivales, incluyendo apariciones en Latitude, Y Not y el Festival de Jazz de Montreux.
Incluso antes de que comience la música, hay una emoción en el aire de Madrid. La octava edición de Mad Cool se siente como algo más que un simple hito; es un indicador de un