Alice Phoebe Lou – Olvido

      Prueba de que la contención puede golpear más fuerte que la fanfarronería...

      24 · 10 · 2025

      Melodías cautivadoras para calmar el alma… El sexto álbum de Alice Phoebe Lou, ‘Oblivion’, llega apenas dos años después de ‘Shelter’ (2023), pero da la sensación de haber estado creciendo en silencio en algún rincón salpicado por el sol, esperando el momento adecuado para desplegarse. Grabado con un espíritu íntimo e improvisado, Lou ha hablado de “abrir mi cofre de canciones narrativas personales” y de abrazar la imperfección. El resultado es un álbum que renuncia a la grandiosidad en favor de algo mucho más raro: la ternura genuina.

      Desde los primeros compases, ‘Oblivion’ lanza un hechizo susurrado. Una brisa de bossa nova con tintes de jazz atraviesa varias pistas, contenta de dejarse llevar en lugar de exigir atención. En el papel, eso podría significar música de fondo. En la práctica, la voz de Lou te detiene en seco. Sensual e hipnótica, a veces parece susurrar conspiraciones en tu oído y al instante siguiente ronronear verdades ganadas a pulso. Es romántica sin el subidón empalagoso; la seducción se maneja con astuta contención.

      La paleta despojada demuestra ser el as bajo la manga. Guitarra, percusión con escobillas, el toque ocasional de teclados: todo está colocado con cuidado. La nostálgica ‘Sparkle’, liderada por el piano, es un verdadero golpe de efecto, evocando la bruma ahumada de un club parisino de hace seis décadas. Es el tipo de canción que te hace desear que viajar en el tiempo fuera posible, solo para poder verla desplegarse bajo luces tenues y vino barato. En otras canciones, Lou mantiene sus cartas cerca del pecho, dejando que su voz haga el trabajo pesado, orbitando cada tema como un cálido satélite. Cuando desliza tonos más rasposos, el impacto es sorprendente dentro de estos arreglos por lo demás frágiles.

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      Este es un disco perfecto para la mañana del domingo. Pónlo y casi podrás sentir cómo tu pulso se ralentiza, el ruido de la semana disolviéndose en tiempo real. Con todo lo que está ocurriendo ahora, esa calma se siente como un servicio público. No hay grandes crescendos, ni intentos desesperados por llamar la atención; solo una confianza sosegada en que la contención puede golpear más fuerte que la fanfarronería.

      Eso no significa que las canciones carezcan de filo. El fraseo de Lou, su habilidad para entretejer anhelo y memoria en líneas engañosamente simples, evita que el disco se disuelva en música ambiental. Estas canciones se sienten como secretos anotados en los márgenes de la vida, compartidos solo cuando el mundo se permite hacer una pausa.

      Muchos álbumes pretenden tumbarte. ‘Oblivion’ hace lo contrario: se acerca, te pide que escuches y permanece mucho después de que caiga el silencio. Considéralo tu nuevo permiso para respirar.

      7/10

      Por Sam Walker-Smart

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